Le tengo más temor a la vejez que a la muerte,
arda como un arsenal de recuerdos en mi memoria
me aterra aprender a detenerme en la caída
y no tocar el vacío del que están hechas las fobias
no concibo:
no tener el corazón pegado a la garganta
ni la boca martillada
ni los placeres inapropiados
y una piel de elefante
que lleva por dentro el destierro
de Adán y la culpa de Caín
puedo desplomarme y olvidarlo todo / casi al mismo tiempo
pero no puedo cicatrizar mi cuerpo con palabras
que soporten el sueño recurrente de morir ahogado
me avergüenza sucumbir ante cualquier tentación
sin librarme de ningún mal
sin las ganas de ser un perro viejo
al que ya nadie soporte
aullando enfermo por todas las avenidas
mientras piensa en el amor como en un dios que no existe
y que no puede salvarlo de ser un mal padre
un mal hijo o un mal poeta
otro.
Excelente
¡Gracias Benja! Te envío un gran abrazo.